Por supuesto las chuchadas implican agresividad. Yo siento que la cultura latinoamericana se diferencia de otras porque tenemos un sentido de la violencia muy internalizado en nuestra idiosincracia. Esa violencia también la canalizamos a diario en nuestro lenguaje, en la necesidad de tener que escupir nuestras emociones muchas veces. Yo de verdad siento que las chuchadas son muy importantes, porque son un recurso expresivo que no podemos reemplazar con el temple de las palabras del español estándar. Le otorgan enjundia y consistencia a nuestra conversación, la hace atractiva,más envolvente. Los chilenos sabemos muy bien movernos en distintos registros de formalidad y emotividad, tenemos esa versatilidad de otros países de habla hispana no tienen en su acento, yo creo que esa cualidad innata es una de las razones por las que Chile ha dado tan buenos escritores al mundo de las letras.
El habla chilena no le hace asco a la vulgaridad, se mezcla con ella, la invita, la rechaza, la utiliza a su modo, y a costa de ella, se ha llegado a un nivel de creatividad tan grande en el español que se habla en el fin del mundo, quemuchas veces resultamos incomprensibles. Junto a esto, ha surgido en Chile el concepto de la “picardía”, que en el fondo es vulgaridad suavizada. Este carácter se acentúa enormemente en los sectores más marginales, pero si nos despojamos de todo criterio clasista, y nos abstraemos de la sociedad por un momento, podemos encontrar ahí un alto nivel de identidad propia y originalidad. A propósito de esto, cabe señalar que para muchos chilenos la palabra “weá” es como un cancer que se ramifica y absorbe toda clase de sustantivos. También existen otras expresiones, como por ejemplo: “como las weas”, “como la mierda”, que van absorbiendo toda clase de adverbios que señalen algo que se encuentra en mal estado o alguna accion que se haya ejecutado en mala manera. Eso es cierto, el lenguaje en algunos sectores se reduce negativamente, y mucha gente termina diciendo lo mismo de siempre, haciendo su propio interno mucho más pobre. Aquí hay que reconocer que las chuchadas son peligrosamente adictivas también. Un verdadero agente cancerígeno.
A oídos de mexicanos, o colombianos, etc, escuchar expresiones como “Conchetumadre” o “weón” es difícil procesarlas sin antes pensar en su literalidad. Nadie en Chile está pensando en los testículos de alguien, o en la vagina de la mamá de alguien. Para nosotros es una expresión totalmente independiente, tan independiente como cuando decimos “me están sacando los choros del canasto”, o “no sabís con la chichita que te estay curando”. Ninguno de los santiaguinos que podrían utilizar estas frases nunca han vivido en el campo ni son pescadores, así como cuando la gente dice “me salió el tiro por la culata”, o “me dejaron con los crespos hechos” mucha gente ni sabe lo que significa culata, no están familiarizados con armas, y nadie tampoco ya se hace bucles como en los años treinta. Esta muy escolar ejemplificación muchas veces es necesario hacer para que nadie piense que los chilenos tenemos una mente de alcantarilla y que a cada instante visualizamos esas imágenes con el fin de insultar a alguien. En otros países definitivamente tienen un habla más ceñida al español estándar, y suplen con aquel léxico todas sus necesidades expresivas sin ningún problema.
¿Qué tenemos los chilenos que hemos ido a buscar en los ejemplos más grotescos nuestras expresiones más cotidianas? Será parte del temperamento encendido que hemos heredado de los mapuches? Habrá sido parte del habla de los soldados españoles que nos vinieron a conquistar? Porque nosotros no tuvimos virreynato, no tuvimos ese baño de cultura cortesana. A Chile llegaron los más pobres hidalgos, los más bajos soldados, quizás con el habla más vasta de España, y que difundieron en todo lo que fue el Reino de Chile. Si fuera por eso, creo que los chilenos no deberíamos sentir como un oprobio el que se nos tilde de vulgares y mal hablados, pues jamás fue a propósito. Aparte de las chuchadas, también tenemos en nuestra habla múltiples variaciones fonéticas, y la deformación que hacemos en algunos verbos, como aquella en que reemplazamos la “s” por una “i” en todos los verbos del modo indicativo, tiempo presente, segunda persona. Ejemplo: estás – estai / lloras- llorai.
No me extenderé en más ejemplos, porque son muchísimos y es engorroso dar cuenta de todas las excepciones y otras variaciones. Lo que quiero decir, es que no podemos sentirnos culpables de nuestro nacimiento. Es esa misma odiosa actitud cristiana de sentirnos impuros toda la vida por ser hijos del pecado original, por lo tanto somos seres inferiores y debemos humillarnos siempre. Realmente al lenguaje eso le da lo mismo, y a mi en lo personal más aún, porque creo que es un error decir que los chilenos hablamos mal. Simplemente hablamos diferente de lo que es la norma, lo cual no es ni bueno ni malo, pues al lenguaje lo único que le interesa es que funcione para comunicarse (Esto era una frase de Saussure que no la encuentro, asi que el que lo lea y sepa, que me la diga porfa). Al lenguaje no le interesa el decoro, pero si a la sociedad para velar por la buena convivencia y la armonía, y lamentablemente para algunas expresiones como “!Mierda!”, puede resultar un severo castigador.
::::::::::::::::::::::::::::::::::::::::::::::::::::: Desde el comienzo de esta entrada he partido hablando de chuchadas, y no de garabatos ni groserias, porque esas denominaciones resultan muy erróneas e incomprensibles para otra gente del mundo hispano, e incluso si traducimos su significado a otro idioma. No quiero llamarlas “malas palabras” porque eso suena muy cursi, algo que la cultura chilena rechaza enormemente. Los chilenos en general somos muy reacios a la cursilería, y hemos creado muchos descalificativos para tal actitud, como por ejemplo “ser mamón” o “cebollero”. A diferencia, por ejemplo, de China, donde la gente se divierte y se emociona en torno a manifestaciones de cursilería. Pero eso es otro tema. Finalmente, he decidido denominar “chuchadas” todo el ítem de expresiones que provienen de un habla marginal, y que son utilizadas para expresar emociones superlativas, potenciando la coloquialidad, espontaneidad, o agresividad, etc, dependiendo de la intencionalidad del hablante. Además me parece apropiado referirme a ellas de esta forma porque refleja un sentimiento muy chileno, que nace y se desarrolla en un contexto de habla chilena y no en otro.
Eso es lo que me ha ocurrido acá en China estos días, donde he compartido con gente de muchos países, todos con una distinta percepción y nivel de tolerancia hacia las malas palabras. En este caso digo malas palabras, porque me quiero referir al sentimiento universal, a nivel cognitivo de lo que nosotros sentimos por palabra vulgar y/o hiriente. Cada comunidad lingüística crea sus propios ejemplares para tal concepto, pero yo creo que ninguno tiene ninguna traducción a otro idioma. Se descontextualiza y pierde una de las características principales que es esa fuerza comunicativa directa, violenta. Por ejemplo, muchos hipsters en Chile pueden decir “Shit!” en lugar de alguna chuchada chilena. Al poner el velo del inglés, la vulgaridad está disimulada y asimismo su intencionalidad original, incluso si todos sabemos que significa mierda en inglés. En el momento en que un hablante de lengua española dice “Shit!” lo está adaptando a su idiosincracia, y vuelvo a decir, a su intencionalidad, por lo tanto se hibridiza, y no es el mismo “Shit!” del inglés. ¿Es aquello una chuchada? Según mi punto de vista, no. Pues ese velo siútico, el asco de utilizar un léxico marginal y esa cobardía de decir no las cosas por su nombre, creo que no representan el espíritu de la chuchada chilena. Asimismo, los chilenos en nuestro infinito ingenio, hemos creado un adverbio para la actitud que debe tener la chuchada, el hecho de ser “care raja”o “care palo”. En español estándar quiere decir, sin vergüenzas, sin vacilación, con la mayor sinceridad posible, implicando descaro si es necesario. Pero el descaro en este caso es heroico. Distinto del descaro de un estafador cuando es “care raja”, ahí se convierte en algo indigno. Pero es justamente ese riesgo permanente de la chuchada de caer en la indignidad lo que le da su valor, y lo que la hace interesante. Cuando sale airosa de ese riesgo, es capaz de convertir a una frase en acertiva, simpática, honesta, sincera. Qué más emotivo y noble que un “Viva Chile, mierda!”, por ejemplo, frente a millones de personas, en algún emotivo momento que tenga directa relación con la contingencia nacional, llámese alguna elección presidencial, triunfo de la selección chilena, o qué sé yo. Aquel “mierda” denota una intención de sinceridad, es una metonimia de todas las bajezas de uno redimidas en ese acto heroico de demostrarlas en público, con el riesgo de ser juzgado. Pero los juicios siempre serán buenos, porque los chilenos inconcientemente sabemos que atreverse a decir “¡Viva Chile, mierda!”, en voz alta y en frente de todos, está la intención de compartir la alegría, de separar todo tipo de diferencias, de mostrar nuestra empatía para que estemos todos a la misma altura y podamos sentir lo mismo. Decir chuchadas en ese caso es sinónimo de compartir, de demostrar confianza con los demás, y de permitir que otros tengan parte de tu intimidad también.
Por eso, para mí, el decir chuchadas en frente de alguien significa “me siento cómodo contigo, te tengo confianza”. Y respecto a ese sentimiento tan local es que he tenido conflictos últimamente. Los franceses por ejemplo, son muy corteses, y claramente una mala palabra para ellos tiene un muy mal significado. Para qué decir de los japoneses, que cuando les he preguntado por sus malas palabras, me han dicho que en su idioma no hay tal, sin dejar de percibir cierto orgullo en su respuesta. Por supuesto ellos tienen otra forma de expresar confianza, alegría, rabia, no necesariamente todo tiene que estar en el lenguaje hablado. Acá no entraré en juicios con ninguna cultura. Solo conmigo, no por mis chuchadas, sino por la tentación de pretender que otros tengan que entender un sentimiento tan local. He jugado ping pong muchas veces con amigos japoneses, y ellos repetidas veces me han escuchado decir “mierda”, “chucha”, “conchetumadre”, cada vez que pierdo la pelota, hago un punto, o me he tirado al suelo, por ejemplo. Ellos me han preguntado qué es lo que yo insistentemente digo cada vez que juego con ellos, y yo ovbiamente les he respondido y explicado, sin embargo me he quedado con la sensación de que para ellos no es algo precisamente grato. Podrá ser chistoso, pero si lo entienden desde su cultura es algo sumamente bajo. Para los franceses lo mismo. Ellos se sienten bastante sorprendidos, si no incómodos cuando me han escuchado decir “mierda”. Aquella palabra es casi igual a “Merde” y ellos obviamente se dan cuenta cuando uno lo dice.
Como ejemplo de otra situación, un día yo estaba en mi pieza, y me tocó la puerta una chica de Argelia, que también habla francés. Había quedado de ir con ella y alguien más a ver una presentación de ópera china. Al salir no podía encontrar mis llaves, y se me salió decir “Mierda! No encuentro mis llaves”. Ella captó lo que dije, y me reprendió. Me dijo muy seriamente: “No digas eso, tiene un muy mal significado!”. El resto del camino a ver la ópera no me habló nada. Me dí cuenta que se sintió muy mal. Yo simplemente hablé para mí, no se lo dije a ella, además fue algo instintivo. Pero no quise explicarle nada ni pedirle disculpas ni nada, en buen chileno, me hice el weón y seguí buscando mi llave en ese momento. De repente me cuesta entender ese sentimiento de aprehensión que puede haber en otras culturas respecto de las malas palabras. Un compañero de USA, con el cual tengo más confianza para conversar, me comentó que también él también fue severamente reprendido por un nigeriano que lo escuchó decir Shit!. Será ese un sentimiento propio de la cultura africana? No lo sé. Mi amigo se sintió igual que yo, disgustado, porque nadie es quién para criticar desde la propia cultura de uno la cultura de otro, sin conocer ni entender las diferencias. Cada uno sabe perfectamente de donde viene, y cómo se expresa uno en sus países. Como pueden ver, el choque cultural es inevitable en ese sentido.
Finalmente, ¿Uno qué hace? En mi caso, escribir esta entrada a mi blog porque ha sido una de las cosas que me ha estado dando vueltas estos en la cabeza, así como otros temas que de a poco iré poniendo sobre la palestra. Y también porque me sirve para desahogarme, porque me da rabia que otros piensen que uno no tiene educación porque se le salen un par de chuchadas. Y por último, si algún dia alguien se extraña por mi forma de hablar nuevamente, le muestro esta entrada para evitarme nuevas explicaciones. Y ahora sí, para finalizar, también agregar que es porque amo la lingüística y todos los temas relacionados, y alguna vez también fui a un proyecto de lingüista que no se terminó, asi que les pido disculpas a todos aquellos expertos que manejan el tema y que han visto muchos vacíos y vaguezas escritas aquí. Saludos a todos.
No hay comentarios:
Publicar un comentario