viernes, 23 de diciembre de 2011

Coronel

Hoy en clases hablé sobre Coronel, mi ciudad de origen. Para ya terminar este semestre, en la clase de la profesora Mo tuvimos que disertar en chino sobre nuestras ciudades de origen o sobre algún lugar que nos gustara mucho. Todas las presentaciones estuvieron muy buenas, sobre Roma, Kyoto, Hanoi, Barbados, entre otros lugares. Y también cada uno de nosotros ya es capaz de desenvolverse muy bien en chino, sin necesidad de recurrir al inglés. Yo al menos intento hacer eso, aunque hoy me dejaron pillo cuando en una de las fotos que mostré, aparecía una gaviota bastante difusa. Uno de mis compañeros me preguntó si era un águila, y yo le dije que en Chile no habían águilas, que era una... pero no sabía decir gaviota ni en inglés ni en chino. Mo laoshi entonces le respondió pero yo no pude recordar como se decía, pero en fin, después consulto el diccionario nuevamente.

No es la primera vez que me toca disertar sobre Chile en la clase, otras veces anteriores había hablado sobre la comida, y otros aspectos más generales, pero ahora quise dedicarle esos 15 minutos a mi pueblo. El día anterior estuve preparando las fotos para la presentación en power point, y mientras las revisaba sentí una nostalgia que nunca antes había sentido por Coronel, después de años de resentimiento. Creo que ahora por fin puedo disfrutar de la belleza de su sencillez y de su honestidad.

Sin embargo, hablar de Coronel no es nada simple, pues tiene muchos problemas, y viviendo allá se percibe una permamente sensación de estancamiento que me angustia y me deprime. Pero me doy cuenta que pese a todo lo que pude haber despreciado antes a Coronel, tiene un encanto que es único, incluso en esa pobreza que se ve en La Colonia, en Lo Rojas, en todos esos sectores que ya están en la decadencia máxima, en esa subida entre Villa Mora y el centro donde están esas casas apunto de derrumbarse, o mejor dicho volarse con el viento, porque realmente parece que ya no tienen estructura, que no están hechas de nada. Sobrecogen por la miseria y el deterioro, y por la cara de alguna abuela eterna que evidencia que aún hay vida ahí.

Pero es ese descaro, con que esas casas se muestran a la vista de todos los transeúntes, el que uno agradece, porque pocos son los lugares hoy en día donde la vida fluye naturalmente, sin el nefasto efecto del turismo que todo lo vuelve artificial, y le quita el contenido histórico a las ciudades. Si ya destruyeron la famosa estación de trenes, qué caso tiene que la construyeran de nuevo, por ejemplo? Sólo sería una caricatura de lo anterior para que la gente se conformara con esa fantasía pobre, fabricada con los materiales pobres de ahora, desechables, y con la mala voluntad de arquitectos poco profesionales que diseñan todo a la rápida. Además de hacerse alguna reconstrucción serviría para llenar de tienditas, de sonrisitas y anuncios publicitarios al estilo mall. Seria una verdadera falta de respeto a la gente, como ya está empezando a ocurrir y que lo comentaré más abajo.

Después de haber vivido en Santiago, y ahora en China, donde todo actualmente es falso y comercial, realmente añoro experimentar ese encanto de pasear por un lugar real, que en otras palabras se podría decir pintoresco, con las marcas del tiempo, con el desgaste que deja el uso, el deterioro que deja la lluvia después de secarse y el sol de la una de la tarde, o con la mancha de vino que dejó el borrachito que derramó su vaso. Y con mil y una historias que suceden y van dejando su efecto, su energía propia, que enriquecen y le dan identidad al lugar que a uno lo vio crecer. No quisiera que nunca borraran esa historia que todos hacemos de un zarpazo con esa fría pintura acrílica del sodimac, con esos azulejos en serie, o esos maceteros de plástico, cínicos de color café más encima, versión miserable de la tierra.

Al revisar cada una de esas fotos que yo mismo tomé, me sentí conmovido. Es increíble la sensación de vida que irradian las fotos. Coronel está sucediendo, pese a todo. Eso fue lo que pensé cuando vi fotos de ese barrio en Schwager donde está esa iglesia amarilla, solitaria en una colina y con una exquisita vista al mar. Me da gusto pensar que ese sector, pese a que hoy en día esté tan desolado y no se vea ni gente, sea tan bonito por sí mismo, así de chiripazo sin proponérselo. Cuando he ido a ese lugar, de verdad siento que puedo encontrar la paz por un rato al pararme en la puerta y mirar hacia al mar.  Ojalá ninguna mano negociante se pose para intervenirlo, y si ha de ser así, que sea desde la propia gente, que al momento de darse cuenta de todo el potencial turístico que hay en Coronel, lo sepan aprovechar y hagan cosas lindas, no mediocridades.

Así como en esa parte de Schwager, en que me siento totalmente conectado con lo que significa Coronel, y también me pasa en Lota, en esa maravilla de feria en que venden todo tipo de cosas y los mariscos y pescados más ricos de la vida. En una mañana de feria uno se encuentra con todos, con los evangélicos fanáticos, los borrachos, los flaites, las mamás de los compañeros del colegio, todos juntos y revueltos, siendo parte y haciendo vida de ciudad a la vez. Y de vuelta, en micro, uno llega totalmente reconfortado a la casa. Muchas veces siento ese mismo sentimiento acá en China, en esas calles donde la gente se apropia de todos los lugares, ya sea colgando sus pilchas en las ventanas, conversando con los vecinos afuera de sus casas, viejos fumando sentados en un banquito, niños jugando, esos restaurantes de letreros chillones con las puertas abiertas. Es encantador ver como el asfalto y las casas son solo una estructura benigna que da paso a la gente para que se explaye con todas las extravangancias de su cultura local. Qué mejor que, al dar un paseo por cualquier lugar, recibir la bienvenida de la propia ciudad, en su propio idioma, con las mañas y virtudes de quienes lo habitan. No quiero encontrarme con el mismo gil en todas partes, eso sí que es odioso.

Santiago es una ciudad maravillosa en ese sentido, tiene unos barrios exquisitos, como Avenida Matta, Barrio Brasil, Barrio Italia, Estación Central,  por ejemplo. Así como también tiene otros sitios odiosos y muertos, donde nunca pasa nada, con esas ventanas de alumnio frías y misteriosas, uno se pregunta si realmente vive alguien en esas torres funcionales Paz Froimovic y toda esa porquería, o esos galpones sin gracia con un letrero que dice “Lider”, o qué se yo.  En esos edificios planos se ve, vuelvo a repetir, la mala voluntad de arquitectos e ingenieros mediocres que no se preocuparon de diseñar edificios que realmente armonizaran con la vida de la ciudad, al contrario, han destruido  la verdad que ahí había, la han censurado,  y han considerado que era mejor poner escenarios de comercio. Habrá que dejar al tiempo que haga lo suyo y que deje su marca. En una de esas en unos años más tendremos algo interesante ahí también.



No quiero cerrarme tampoco en esa idea romántica de las ciudades, también uno agradece que en algunas partes existan malls y esas cosas, pero como decía, encontrar en todas partes los mismos letreros y las mismas formas, esa limpieza congelante de algunas entradas, la pulcrituid de esas superficies de granito comprada en el homecenter, es realmente decepcionante, uno se pregunta en qué momento le tocará al barrio de uno caer en eso. Mi crítica también va para esos lugares turísticos de cartón, como por ejemplo, el Patio Bellavista. Por supuesto es un lugar entretenido para tomarse un trago, pero es una burla para la artesanía y el folclor chileno, con esas tiendas souvenires caros pero sin ningún valor, hechos a la rápida, con materiales artificiales, todo en vitrinas top, vendiendo una imagen de lo hippie fashion. Realmente un turista gringo no encontraría nada interesante ahí, es lo mismo que puede comprar a la rápida en el aeropuerto. O ese mismo cubo asqueroso de la Universidad San Sebastian en Pio Nono, es realmente un tumor cancerígeno ese barrio, qué manera de estorbar ahí. Yo creo que ya no queremos más símbolos de lucro en ninguna parte.

El párrafo anterior suena muy cliché, pero comento a eso a propósito de mi comuna, pues después de disgustarme con todas esas aberraciones, recuerdo a Coronel, y se me viene una palabra a la mente: Pureza. Su cielo y el mar son de un azul profundo, privilegio que ya se lo quisieran los chinos. Un día mi amigo chino Xiaochen vio una foto del mar de Coronel, y se sorprendió del color tan azul, porque acá las costas ya están todas contaminadas. Aún el sur de Chile es un refugio, todavía no llegan para acá los dueños de todo aquello que sea máquina, smog y cosas raras. El olor a mar, es también algo impagable, esa sensación de frescura tan reconfortante. Salir a andar en bicicleta por donde sea, pero solo para sentir esa sensación mucho más fuerte, con el viento que lleva ese olor exquisito.

 Esos son los recuerdos más vivídos que tengo cuando pienso en Coronel, pero también yo no alcancé a realmente hacer mi vida ahí, me fui apenas terminé la media y los recuerdos buenos que tengo son porque tenía una vida de niño con necesidades de niño. Para mi carrera, o lo que sea, sé que hubiera sido un lugar sin nada que ofrecerme. Y ya no lo quiero juzgar ni nada, el llamado “desarrollo” es como un dragón chino que llega serpenteando y todo revuelve y golpea con la cola en ese serpenteo violento, y en el momento en que llegue a Coronel lo va a matar. Y al parecer ya está sucediendo.

Ahora se vienen mis descargos. Partiré citando esos condominios horribles que han puesto en Lagunillas camino a Conce. No sé cuál es el gusto de apilar a la gente en esas casas, realmente no hay nada de planificación, no hay ninguna cabeza que haga las cosas con amor, ni ningún gobierno que realmente ponga plata y piense todos los detalles. Pero esas casas en serie y con pinta de maquetas no son lo peor, porque claramente si la población crece hay ponerla en alguna parte, y ya nadie quiere vivir en lugares tan decadentes como Yobilo o Cerro Obligado.  Y de las pocas cosas que se construyen, lo que se hace es atroz, como ese consultorio que parece de plumavit que hicieron en ese pelado donde hacían la feria. Y para qué decir de la iglesia católica del centro!. Mi mamá me mostró un foto y casi me muero. Se cayó con el terremoto, pero ahora la reconstruyeron y quedó peor, está fea, parece un supermercado más, todas las construcciones con ese mismo estilo frío, plano, con sospechas de internit por todas partes. Pero dentro todo esto, lo peor son esas termoeléctricas que se vienen, y que fueron aprobadas por ese alcalde sirvengüenza y simpáticón de Carvajal, que hizo su reinado en Coronel veinte años, aprovechándose de la poca educación de la gente. Y qué tanto hizo? Qué pasó con el prevetren, el desempleo, la cultura? Me acordé de esa famosa de “casa de la cultura”. Me encantaría saber por qué mierda no funciona, prometió tanto en su momento y lo único que hacen es proyectar películas de vez en cuando. Me da tanta pena por Coronel, siento que la gente se está perdiendo de tanto, y que los que están a cargo hacen tan mínimo esfuerzo por mejorar como corresponde.

Del otro ridículo no voy a hablar nada mucho, Leonidas Romero. Quiso dárselas de alcalde, y lo único que consiguió fue ensuciar su nombre para toda la historia. Qué triste debe ser que tu nombre sea sinónimo de fracaso, ineptitud, mala clase. Yo me preguntó si sentirá cargo de conciencia por estar en ese cargo sin hacer nada, más que ir a inauguraciones de clubes deportivos y otras cosas ínfimas. Pero en fin, es un círculo vicioso, pues todos aquellos que tienen capacidades emigran de Coronel, y siempre se quedan los mismos, y que más no pueden hacer porque simplemente no les da para más. Eso pasó, a Carvajal la cabeza simplemente no lo dio para resolver los problemas de la gente, y la de su equipo tampoco porque de todos esos nombres no hacemos uno. Puros viejos repetidos que no tienen ni ideas nuevas.

Hay olor a gato podrido en Coronel, veo que se vienen tiempos difíciles, y esas hermosas fotos de las playas de arena negra me van a dar más pena cuando esté todo contaminado por las termoeléctricas. ¿Y la gente? Nada. Ahora lo único que hacen es ir embolinarse la mente en esas iglesias evangélicas improvisadas, creyendo que rezando se arreglan las cosas. Y los jóvenes para qué decir, están cada día más flaites, es cosa de ir a ese famoso liceo el potrero. Cuándo sería el día en despierte mi gente de Coronel!! Me encantaría ver una comuna informada, decidida, educada. Qué realmente se den cuenta de las cosas bellas que tienen y las defiendan como corresponde, pero cuesta. Es tanta la sensación de decadencia y desánimo que hay en la comuna, que yo recién ahora me puedo sacudir de todo eso y valorar lo bello que hay allá. Y al mismo tiempo que me indigno por la mediocridad, también añoro y deseo de todo corazón que las cosas mejoren, que mi comuna surja, porque mal que mal allá es donde vive mi familia, y allá están gran parte de mis recuerdos, en todos esos trayectos en micro, en la plaza, en el liceo, en lagunillas, maule, la vega, el cerro la virgen. Todo me suena tan nostálgico ahora, y las fotos están tan lindas.

A mis compañeros les gustó harto mi presentación, también hablé sobre el terremoto y mostré algunas fotos. Una vez un compañero canadiense después de clases me dio las gracias por una presentación que había hecho sobre Chile, porque según él no sabía nada de nada de Chile y se sorprendió con lo que yo mostré. También dos amigos franceses, me han dicho que les encantaría ir a Chile después de ver mis fotos. Yo en lo personal me siento muy reconfortado de poder transmitir a otros la belleza que yo veo en los lugares que más me gustan de mi país. Estas instancias de hacer disertaciones sobre Chile me han servido harto, al momento de pensar qué es lo que yo quiero que los demás vean de Chile, y de la relación que yo tengo mis raíces, con mis recuerdos, etc. A Coronel lo mostré tal cual, y lo describí con su cesantía, con su pobreza, su pasado minero, sus cerros llenos de pinos que son propiedad de la celulosa, con su mar, sus ferias, y sus playas solitarias y frías de arenas negras que las recuerdo tanto porque esos sí que son lugares donde uno puede ir a encontrar pureza y paz como dice mi mamá. Esas playas austeras y toscas a veces, con la crudeza del viento me recuerdan que Coronel es una zona sufrida, porque puta que ha sufrido Coronel a lo largo de toda su historia. Caminar por esas playas de arena dura, gris en invierno, con el viento helado que golpea la cara, me hace conectarme  con ese background histórico que conforma todo lo que significa Coronel, y pasear por ahí es en cierta forma, compartir las mismas caminatas que hicieron muchos mineros y pescadores que dieron su vida trabajando, que sufrieron hambre, injusticias. O  nuestros abuelos o nuestros padres, que pasaron por ahí alguna vez, meditando sobre alguna cosa, sufriendo por algo, tal como yo he hecho, continuando tácitamente con una tradición que me corresponde como coronelino. Qué playa más viva y más profunda, lejos de la frivolidad de un caribe con palmeras.

Y que conste, esta no va a ser la última vez que me refiera a Coronel, aun después de este extenso comentario quedan muchas cosas en el tintero, muchas críticas, muchos anhelos. Coronel en mi mente queda para rato.



viernes, 2 de diciembre de 2011

Las Chuchadas, y su razón de ser

           He tenido cierto problemas con las chuchadas. Me he dado cuenta que los chilenos somos especialmente chuchetas, y me atrevería a decir que es parte importante de nuestra comunicación habitual, en el sentido en que salpicar nuestra habla con una que otra chuchada la hace más entretenida, amena, expresiva, y muchas veces podemos decir exactamente lo que sentimos al intercalar un par de buenas chuchadas en alguna oración. He de dar un ejemplo, al decir,” Puta que estaba malo por la cresta, no quiero comer nunca más esa weá”, es muy distinto decir de decir “Por dios que estaba malo, no quiero comer nunca más eso”. Claramente un chileno sentirá que la primera oración es mucho más categórica y esclarecedora acerca de nuestros sentimientos.

            Por supuesto las chuchadas implican agresividad. Yo siento que la cultura latinoamericana se diferencia de otras porque tenemos un sentido de la violencia muy internalizado en nuestra idiosincracia. Esa violencia también la canalizamos a diario en nuestro lenguaje, en la necesidad de tener que escupir nuestras emociones muchas veces. Yo de verdad siento que las chuchadas son muy importantes, porque son un recurso expresivo que no podemos reemplazar con el temple de las palabras del español estándar. Le otorgan enjundia y consistencia a nuestra conversación, la hace atractiva,más envolvente. Los chilenos sabemos muy bien movernos en distintos registros de formalidad y emotividad, tenemos esa versatilidad de otros países de habla hispana no tienen en su acento, yo creo que esa cualidad innata es una de las razones por las que Chile ha dado tan buenos escritores al mundo de las letras.

               El habla chilena no le hace asco a la vulgaridad, se mezcla con ella, la invita, la rechaza, la utiliza a su modo, y a costa de ella, se ha llegado a un nivel de creatividad tan grande en el español que se habla en el fin del mundo, quemuchas veces resultamos incomprensibles. Junto a esto, ha surgido en Chile el concepto de la “picardía”, que en el fondo es vulgaridad suavizada. Este carácter se acentúa enormemente en los sectores más marginales, pero si nos despojamos de todo criterio clasista, y nos abstraemos de la sociedad por un momento, podemos encontrar ahí un alto nivel de identidad propia y originalidad. A propósito de esto, cabe señalar que para muchos chilenos la palabra “weá” es como un cancer que se ramifica y absorbe toda clase de sustantivos. También existen otras expresiones, como por ejemplo: “como las weas”, “como la mierda”, que van absorbiendo toda clase de adverbios que señalen algo que se encuentra en mal estado o alguna accion que se haya ejecutado en mala manera. Eso es cierto, el lenguaje en algunos sectores se reduce negativamente, y mucha gente termina diciendo lo mismo de siempre, haciendo su propio interno mucho más pobre. Aquí hay que reconocer que las chuchadas son peligrosamente adictivas también. Un verdadero agente cancerígeno.

              A oídos de mexicanos, o colombianos, etc, escuchar expresiones como “Conchetumadre” o “weón” es difícil procesarlas sin antes pensar en su literalidad. Nadie en Chile está pensando en los testículos de alguien, o en la vagina de la mamá de alguien. Para nosotros es una expresión totalmente independiente, tan independiente como cuando decimos “me están sacando los choros del canasto”, o “no sabís con la chichita que te estay curando”. Ninguno de los santiaguinos que podrían utilizar estas frases nunca han  vivido en el campo ni son pescadores, así como cuando la gente dice “me salió el tiro por la culata”, o “me dejaron con los crespos hechos” mucha gente ni sabe lo que significa culata, no están familiarizados con armas, y nadie tampoco ya se hace bucles como en los años treinta. Esta muy escolar ejemplificación muchas veces es necesario hacer para que nadie piense que los chilenos tenemos una mente de alcantarilla y que a cada instante visualizamos esas imágenes con el fin de insultar a alguien. En otros países definitivamente tienen un habla más ceñida al español estándar, y suplen con aquel léxico todas sus necesidades expresivas sin ningún problema.



¿Qué tenemos los chilenos que hemos ido a buscar en los ejemplos más grotescos nuestras expresiones más cotidianas? Será parte del temperamento encendido que hemos heredado de los mapuches? Habrá sido parte del habla de los soldados españoles que nos vinieron a conquistar? Porque nosotros no tuvimos virreynato, no tuvimos ese baño de cultura cortesana. A Chile llegaron los más pobres hidalgos, los más bajos soldados, quizás con el habla más vasta de España, y que difundieron en todo lo que fue el Reino de Chile. Si fuera por eso, creo que los chilenos no deberíamos sentir como un oprobio el que se nos tilde de vulgares y mal hablados, pues jamás fue a propósito. Aparte de las chuchadas, también tenemos en nuestra habla múltiples variaciones fonéticas, y la deformación que hacemos en algunos verbos, como aquella en que reemplazamos la “s” por una “i” en todos los verbos del modo indicativo, tiempo presente, segunda persona. Ejemplo: estás – estai / lloras- llorai.

No me extenderé en más ejemplos, porque son muchísimos y es engorroso dar cuenta de todas las excepciones y otras variaciones. Lo que quiero decir, es que no podemos sentirnos culpables de nuestro nacimiento. Es esa misma odiosa actitud cristiana de sentirnos impuros toda la vida por ser hijos del pecado original, por lo tanto somos seres inferiores y debemos humillarnos siempre. Realmente al lenguaje eso le da lo mismo, y a mi en lo personal más aún, porque creo que es un error decir que los chilenos hablamos mal. Simplemente hablamos diferente de lo que es la norma, lo cual no es ni bueno ni  malo, pues al lenguaje lo único que le interesa es que funcione para comunicarse (Esto era una frase de Saussure que no la encuentro, asi que el que lo lea y sepa, que me la diga porfa). Al lenguaje no le interesa el decoro, pero si a la sociedad para velar por la buena convivencia y la armonía, y lamentablemente para algunas expresiones como “!Mierda!”, puede resultar un severo castigador.


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               Desde el comienzo de esta entrada he partido hablando de chuchadas, y no de garabatos ni groserias, porque esas denominaciones resultan muy erróneas e incomprensibles para otra gente del mundo hispano, e incluso si traducimos su significado a otro idioma. No quiero llamarlas “malas palabras” porque eso suena muy cursi, algo que la cultura chilena rechaza enormemente. Los chilenos en general somos muy reacios a la cursilería, y hemos creado muchos descalificativos para tal actitud, como por ejemplo “ser mamón” o “cebollero”. A diferencia, por ejemplo, de China, donde la gente se divierte y se emociona en torno a manifestaciones de cursilería. Pero eso es otro tema. Finalmente, he decidido denominar “chuchadas” todo el ítem de expresiones que provienen de un habla marginal, y que son utilizadas para expresar emociones superlativas, potenciando la coloquialidad, espontaneidad, o agresividad, etc, dependiendo de la intencionalidad del hablante. Además me parece apropiado referirme a ellas de esta forma porque refleja un sentimiento muy chileno, que nace y se desarrolla en un contexto de habla chilena y no en otro.

Eso es lo que me ha ocurrido acá en China estos días, donde he compartido con gente de muchos países, todos con una distinta percepción y nivel de tolerancia hacia las malas palabras. En este caso digo malas palabras, porque me quiero referir al sentimiento universal, a nivel cognitivo de lo que nosotros sentimos por palabra vulgar y/o hiriente. Cada comunidad lingüística crea sus propios ejemplares para tal concepto, pero yo creo que ninguno tiene ninguna traducción a otro idioma. Se descontextualiza y pierde una de las características principales que es esa fuerza comunicativa directa, violenta. Por ejemplo, muchos hipsters en Chile pueden decir “Shit!” en lugar de alguna chuchada chilena. Al poner el velo del inglés, la vulgaridad está disimulada y asimismo su intencionalidad original, incluso si todos sabemos que significa mierda en inglés. En el momento en que un hablante de lengua española dice “Shit!” lo está adaptando a su idiosincracia, y vuelvo a decir, a su intencionalidad, por lo tanto se hibridiza, y no es el mismo “Shit!” del inglés. ¿Es aquello una chuchada? Según mi punto de vista, no. Pues ese velo siútico, el asco de utilizar un léxico marginal y esa cobardía de decir no las cosas por su nombre, creo que no representan el espíritu de la chuchada chilena. Asimismo, los chilenos en nuestro infinito ingenio, hemos creado un adverbio para la actitud que debe tener la chuchada, el hecho de ser “care raja”o “care palo”. En español estándar quiere decir, sin vergüenzas, sin vacilación, con la mayor sinceridad posible, implicando descaro si es necesario. Pero el descaro en este caso es heroico. Distinto del descaro de un estafador cuando es “care raja”, ahí se convierte en algo indigno. Pero es justamente ese riesgo permanente de la chuchada de caer en la indignidad lo que le da su valor, y lo que la hace interesante. Cuando sale airosa de ese riesgo, es capaz de convertir a una frase en acertiva, simpática, honesta, sincera. Qué más emotivo y noble que un “Viva Chile, mierda!”, por ejemplo, frente a millones de personas, en algún emotivo momento que tenga directa relación con la contingencia nacional, llámese alguna elección presidencial, triunfo de la selección chilena, o qué sé yo. Aquel “mierda” denota una intención de sinceridad, es una metonimia de todas las bajezas de uno redimidas en ese acto heroico de demostrarlas en público, con el riesgo de ser juzgado. Pero los juicios siempre serán buenos, porque los chilenos inconcientemente sabemos que atreverse a decir “¡Viva Chile, mierda!”, en voz alta y en frente de todos, está la intención de compartir la alegría, de separar todo tipo de diferencias, de mostrar nuestra empatía  para que estemos todos a la misma altura y podamos sentir lo mismo. Decir chuchadas en ese caso es sinónimo de compartir, de demostrar confianza con los demás, y de permitir que otros tengan parte de tu intimidad también.

Por eso, para mí, el decir chuchadas en frente de alguien significa “me siento cómodo contigo, te tengo confianza”. Y respecto a ese sentimiento tan local es que he tenido conflictos últimamente. Los franceses por ejemplo, son muy corteses, y claramente una mala palabra para ellos tiene un muy mal significado. Para qué decir de los japoneses, que cuando les he preguntado por sus malas palabras, me han dicho que en su idioma no hay tal, sin dejar de percibir cierto orgullo en su respuesta. Por supuesto ellos tienen otra forma de expresar confianza, alegría, rabia, no necesariamente todo tiene que estar en el lenguaje hablado. Acá no entraré en juicios con ninguna cultura. Solo conmigo, no por mis chuchadas, sino por la tentación de pretender que otros tengan que entender un sentimiento tan local. He jugado ping pong muchas veces con amigos japoneses, y ellos repetidas veces me han escuchado decir “mierda”, “chucha”, “conchetumadre”, cada vez que pierdo la pelota, hago un punto, o me he tirado al suelo, por ejemplo. Ellos me han preguntado qué es lo que yo insistentemente digo cada vez que juego con ellos, y yo ovbiamente les he respondido y explicado, sin embargo me he quedado con la sensación de que para ellos no es algo precisamente grato. Podrá ser chistoso, pero si lo entienden desde su cultura es algo sumamente bajo. Para los franceses lo mismo. Ellos se sienten bastante sorprendidos, si no incómodos cuando me han escuchado decir “mierda”. Aquella palabra es casi igual a “Merde”  y ellos obviamente se dan cuenta cuando uno lo dice.

             Como ejemplo de otra situación, un día yo estaba en mi pieza, y me tocó la puerta una chica de Argelia, que también habla francés. Había quedado de ir con ella y alguien más a ver una presentación de ópera china. Al salir no podía encontrar mis llaves, y se me salió decir “Mierda! No encuentro mis llaves”. Ella captó lo que dije, y me reprendió. Me dijo muy seriamente: “No digas eso, tiene un muy mal significado!”. El resto del camino a ver la ópera no me habló nada. Me dí cuenta que se sintió muy mal. Yo simplemente hablé para mí, no se lo dije a ella, además fue algo instintivo. Pero no quise explicarle nada ni pedirle disculpas ni nada, en buen chileno,  me hice el weón y seguí buscando mi llave en ese momento. De repente me cuesta entender ese sentimiento de aprehensión que puede haber en otras culturas respecto de las malas palabras. Un compañero de USA, con el cual tengo más confianza para conversar, me comentó que también él también fue severamente reprendido por un nigeriano que lo escuchó decir Shit!. Será ese un sentimiento propio de la cultura africana? No lo sé. Mi amigo se sintió igual que yo, disgustado, porque nadie es quién para criticar desde la propia cultura de uno la cultura de otro, sin conocer ni entender las diferencias. Cada uno sabe perfectamente de donde viene, y cómo se expresa uno en sus países. Como pueden ver, el choque cultural es inevitable en ese sentido.

               Finalmente,  ¿Uno qué hace? En mi caso, escribir esta entrada a mi blog porque ha sido una de las cosas que me ha estado dando vueltas estos en la cabeza, así como otros temas que de a poco iré poniendo sobre la palestra. Y también porque me sirve para desahogarme, porque me da rabia que otros piensen que uno no tiene educación porque se le salen un par de chuchadas. Y por último, si algún dia alguien se extraña por mi forma de hablar nuevamente, le muestro esta entrada para evitarme nuevas explicaciones. Y ahora sí, para finalizar, también agregar que es porque amo la lingüística y todos los temas relacionados, y alguna vez también fui a un proyecto de lingüista que no se terminó, asi que les pido disculpas a todos aquellos expertos que manejan el tema y que han visto muchos vacíos y vaguezas escritas aquí. Saludos a todos.



                                                      
                                                                                                                 

jueves, 1 de diciembre de 2011

Comenzaré con

Hace mucho tiempo que vengo acumulando ideas, resentimientos, ganas de dejar por escrito algunas cosas que tengo en mente. Sobretodo ahora que me encuentro en China, tengo mucha nostalgia de Chile, y muchos juicios al respecto. Creo que ver nuestro país desde fuera me ha servido para reflexionar acerca de muchos temas. Más encima me fui justo en el momento peak del movimiento estudiantil, y no dejo de revisar todos los días las noticias y ver en qué está eso. Asimismo se acrecienta mi rabia contra los poderosos que no dejan que Chile vaya por el camino del desarrollo cultural.
He abierto este blog porque el Facebook se me ha hecho inapropiado para hacer mis descargos. Además considero que algunas veces puedo parecer un poco agresivo en mis estados, y me lee mucha gente que al abrir su página de inicio quizás no quisiera leerme, así que por eso ahora abro este blog para poder sentirme con la libertad de escribir lo que quiera y sin restricciones de caracteres utilizados.
Otra de las razones del blog, es que también me gustaría poder compartir opiniones con gente que no necesariamente está entre mis contactos, y discutir y todo eso que me encanta, pero que en Facebook siento que no es el mejor lugar.
Además me dio rabia ver que !Cómo el asesino de Krassnoff tiene un blog, si se supone que ese tipo está preso!! Así como él, siento que mucha gente que no debería tener espacio ni opinión, hoy en día la tiene y medio mundo pone su atención en ellos. Así que yo también ahora quiero tener mi propio espacio, como cualquier mortal, y porque me siento representado por la gran masa de jóvenes chilenos que están desperando y atreviéndose a movilizarse como corresponde. Se acabó la generación del miedo, que fue la de nuestros padres. La mía sería la generación del no estar ni ahí, dicen por ahí. La de ahora es un poco extrema; por una parte hay mucha ignorancia y flaiteza, pero por otro lado los estudiantes y los jóvenes cada vez se organizan más en proyectos culturales, iniciativas de autogestión, y en general la mayoría de las actividades más interesantes de Santiago son organizadas por gente joven. Ganas y neuronas hay, yo siento que la gente de Chile en general es muy inteligente, que se deje llevar por la flojera y los vicios es otra cosa, pero material hay. Hoy ando muy optimista, y tengo plena confianza en que actualmente está renaciendo lo que alguna vez la dictadura eliminó, pensamiento reflexivo en toda la sociedad, y una clase intelectual y cultural que se está afianzando poco a poco, y que fundamentalmente la conforman la clase media. Eso es lo más bonito de todo. De aquí a unos años más veremos renacer la cultura, y la gente estará mucho más conciente de toda la falacia que se nos ha impuesto en los últimos años, porque ya no tenemos miedo, y ya nadie nunca más nos hará callar. Puede que haya gente que lea esto y piense, pero cómo? Si en Chile hay puros flaites!! Se nota que esa gente no sabe cuántos jóvenes hoy en día tienen que ratonear los pocos fondos destinados al Fondart, cuánta gente que tiene todas las energías para embarcarse en distintos proyectos, literarios, obras de teatro, etc, pero que no consiguen el apoyo que merecieran este tipo de gestiones. Y eso lo hemos vivido todos aquellos que hemos salido de carreras de humanidades. Gente y talento hay, de eso no hay duda, lo demás es la mano negra del interés ecónomico que nos legó la dictadura. En estos momentos tengo más ganas que nunca de poder participar en todo lo que pueda cuando regrese a Chile, amo mi país, amo mi gente. No hablo de banderas, no hablo de patriotismos. Solamente que estando fuera, veo a Chile con otros ojos, y pienso que seríamos capaces de tantas tantas cosas si nos lo propusiéramos, y que el trabajo de sensibilizar a la población ya se está haciendo. Saludos