Hoy en clases hablé sobre Coronel, mi ciudad de origen. Para ya terminar este semestre, en la clase de la profesora Mo tuvimos que disertar en chino sobre nuestras ciudades de origen o sobre algún lugar que nos gustara mucho. Todas las presentaciones estuvieron muy buenas, sobre Roma, Kyoto, Hanoi, Barbados, entre otros lugares. Y también cada uno de nosotros ya es capaz de desenvolverse muy bien en chino, sin necesidad de recurrir al inglés. Yo al menos intento hacer eso, aunque hoy me dejaron pillo cuando en una de las fotos que mostré, aparecía una gaviota bastante difusa. Uno de mis compañeros me preguntó si era un águila, y yo le dije que en Chile no habían águilas, que era una... pero no sabía decir gaviota ni en inglés ni en chino. Mo laoshi entonces le respondió pero yo no pude recordar como se decía, pero en fin, después consulto el diccionario nuevamente.
No es la primera vez que me toca disertar sobre Chile en la clase, otras veces anteriores había hablado sobre la comida, y otros aspectos más generales, pero ahora quise dedicarle esos 15 minutos a mi pueblo. El día anterior estuve preparando las fotos para la presentación en power point, y mientras las revisaba sentí una nostalgia que nunca antes había sentido por Coronel, después de años de resentimiento. Creo que ahora por fin puedo disfrutar de la belleza de su sencillez y de su honestidad.
Sin embargo, hablar de Coronel no es nada simple, pues tiene muchos problemas, y viviendo allá se percibe una permamente sensación de estancamiento que me angustia y me deprime. Pero me doy cuenta que pese a todo lo que pude haber despreciado antes a Coronel, tiene un encanto que es único, incluso en esa pobreza que se ve en La Colonia, en Lo Rojas, en todos esos sectores que ya están en la decadencia máxima, en esa subida entre Villa Mora y el centro donde están esas casas apunto de derrumbarse, o mejor dicho volarse con el viento, porque realmente parece que ya no tienen estructura, que no están hechas de nada. Sobrecogen por la miseria y el deterioro, y por la cara de alguna abuela eterna que evidencia que aún hay vida ahí.
Pero es ese descaro, con que esas casas se muestran a la vista de todos los transeúntes, el que uno agradece, porque pocos son los lugares hoy en día donde la vida fluye naturalmente, sin el nefasto efecto del turismo que todo lo vuelve artificial, y le quita el contenido histórico a las ciudades. Si ya destruyeron la famosa estación de trenes, qué caso tiene que la construyeran de nuevo, por ejemplo? Sólo sería una caricatura de lo anterior para que la gente se conformara con esa fantasía pobre, fabricada con los materiales pobres de ahora, desechables, y con la mala voluntad de arquitectos poco profesionales que diseñan todo a la rápida. Además de hacerse alguna reconstrucción serviría para llenar de tienditas, de sonrisitas y anuncios publicitarios al estilo mall. Seria una verdadera falta de respeto a la gente, como ya está empezando a ocurrir y que lo comentaré más abajo.
Después de haber vivido en Santiago, y ahora en China, donde todo actualmente es falso y comercial, realmente añoro experimentar ese encanto de pasear por un lugar real, que en otras palabras se podría decir pintoresco, con las marcas del tiempo, con el desgaste que deja el uso, el deterioro que deja la lluvia después de secarse y el sol de la una de la tarde, o con la mancha de vino que dejó el borrachito que derramó su vaso. Y con mil y una historias que suceden y van dejando su efecto, su energía propia, que enriquecen y le dan identidad al lugar que a uno lo vio crecer. No quisiera que nunca borraran esa historia que todos hacemos de un zarpazo con esa fría pintura acrílica del sodimac, con esos azulejos en serie, o esos maceteros de plástico, cínicos de color café más encima, versión miserable de la tierra.
Al revisar cada una de esas fotos que yo mismo tomé, me sentí conmovido. Es increíble la sensación de vida que irradian las fotos. Coronel está sucediendo, pese a todo. Eso fue lo que pensé cuando vi fotos de ese barrio en Schwager donde está esa iglesia amarilla, solitaria en una colina y con una exquisita vista al mar. Me da gusto pensar que ese sector, pese a que hoy en día esté tan desolado y no se vea ni gente, sea tan bonito por sí mismo, así de chiripazo sin proponérselo. Cuando he ido a ese lugar, de verdad siento que puedo encontrar la paz por un rato al pararme en la puerta y mirar hacia al mar. Ojalá ninguna mano negociante se pose para intervenirlo, y si ha de ser así, que sea desde la propia gente, que al momento de darse cuenta de todo el potencial turístico que hay en Coronel, lo sepan aprovechar y hagan cosas lindas, no mediocridades.
Así como en esa parte de Schwager, en que me siento totalmente conectado con lo que significa Coronel, y también me pasa en Lota, en esa maravilla de feria en que venden todo tipo de cosas y los mariscos y pescados más ricos de la vida. En una mañana de feria uno se encuentra con todos, con los evangélicos fanáticos, los borrachos, los flaites, las mamás de los compañeros del colegio, todos juntos y revueltos, siendo parte y haciendo vida de ciudad a la vez. Y de vuelta, en micro, uno llega totalmente reconfortado a la casa. Muchas veces siento ese mismo sentimiento acá en China, en esas calles donde la gente se apropia de todos los lugares, ya sea colgando sus pilchas en las ventanas, conversando con los vecinos afuera de sus casas, viejos fumando sentados en un banquito, niños jugando, esos restaurantes de letreros chillones con las puertas abiertas. Es encantador ver como el asfalto y las casas son solo una estructura benigna que da paso a la gente para que se explaye con todas las extravangancias de su cultura local. Qué mejor que, al dar un paseo por cualquier lugar, recibir la bienvenida de la propia ciudad, en su propio idioma, con las mañas y virtudes de quienes lo habitan. No quiero encontrarme con el mismo gil en todas partes, eso sí que es odioso.
Santiago es una ciudad maravillosa en ese sentido, tiene unos barrios exquisitos, como Avenida Matta, Barrio Brasil, Barrio Italia, Estación Central, por ejemplo. Así como también tiene otros sitios odiosos y muertos, donde nunca pasa nada, con esas ventanas de alumnio frías y misteriosas, uno se pregunta si realmente vive alguien en esas torres funcionales Paz Froimovic y toda esa porquería, o esos galpones sin gracia con un letrero que dice “Lider”, o qué se yo. En esos edificios planos se ve, vuelvo a repetir, la mala voluntad de arquitectos e ingenieros mediocres que no se preocuparon de diseñar edificios que realmente armonizaran con la vida de la ciudad, al contrario, han destruido la verdad que ahí había, la han censurado, y han considerado que era mejor poner escenarios de comercio. Habrá que dejar al tiempo que haga lo suyo y que deje su marca. En una de esas en unos años más tendremos algo interesante ahí también.
No quiero cerrarme tampoco en esa idea romántica de las ciudades, también uno agradece que en algunas partes existan malls y esas cosas, pero como decía, encontrar en todas partes los mismos letreros y las mismas formas, esa limpieza congelante de algunas entradas, la pulcrituid de esas superficies de granito comprada en el homecenter, es realmente decepcionante, uno se pregunta en qué momento le tocará al barrio de uno caer en eso. Mi crítica también va para esos lugares turísticos de cartón, como por ejemplo, el Patio Bellavista. Por supuesto es un lugar entretenido para tomarse un trago, pero es una burla para la artesanía y el folclor chileno, con esas tiendas souvenires caros pero sin ningún valor, hechos a la rápida, con materiales artificiales, todo en vitrinas top, vendiendo una imagen de lo hippie fashion. Realmente un turista gringo no encontraría nada interesante ahí, es lo mismo que puede comprar a la rápida en el aeropuerto. O ese mismo cubo asqueroso de la Universidad San Sebastian en Pio Nono, es realmente un tumor cancerígeno ese barrio, qué manera de estorbar ahí. Yo creo que ya no queremos más símbolos de lucro en ninguna parte.
El párrafo anterior suena muy cliché, pero comento a eso a propósito de mi comuna, pues después de disgustarme con todas esas aberraciones, recuerdo a Coronel, y se me viene una palabra a la mente: Pureza. Su cielo y el mar son de un azul profundo, privilegio que ya se lo quisieran los chinos. Un día mi amigo chino Xiaochen vio una foto del mar de Coronel, y se sorprendió del color tan azul, porque acá las costas ya están todas contaminadas. Aún el sur de Chile es un refugio, todavía no llegan para acá los dueños de todo aquello que sea máquina, smog y cosas raras. El olor a mar, es también algo impagable, esa sensación de frescura tan reconfortante. Salir a andar en bicicleta por donde sea, pero solo para sentir esa sensación mucho más fuerte, con el viento que lleva ese olor exquisito.
Esos son los recuerdos más vivídos que tengo cuando pienso en Coronel, pero también yo no alcancé a realmente hacer mi vida ahí, me fui apenas terminé la media y los recuerdos buenos que tengo son porque tenía una vida de niño con necesidades de niño. Para mi carrera, o lo que sea, sé que hubiera sido un lugar sin nada que ofrecerme. Y ya no lo quiero juzgar ni nada, el llamado “desarrollo” es como un dragón chino que llega serpenteando y todo revuelve y golpea con la cola en ese serpenteo violento, y en el momento en que llegue a Coronel lo va a matar. Y al parecer ya está sucediendo.
Ahora se vienen mis descargos. Partiré citando esos condominios horribles que han puesto en Lagunillas camino a Conce. No sé cuál es el gusto de apilar a la gente en esas casas, realmente no hay nada de planificación, no hay ninguna cabeza que haga las cosas con amor, ni ningún gobierno que realmente ponga plata y piense todos los detalles. Pero esas casas en serie y con pinta de maquetas no son lo peor, porque claramente si la población crece hay ponerla en alguna parte, y ya nadie quiere vivir en lugares tan decadentes como Yobilo o Cerro Obligado. Y de las pocas cosas que se construyen, lo que se hace es atroz, como ese consultorio que parece de plumavit que hicieron en ese pelado donde hacían la feria. Y para qué decir de la iglesia católica del centro!. Mi mamá me mostró un foto y casi me muero. Se cayó con el terremoto, pero ahora la reconstruyeron y quedó peor, está fea, parece un supermercado más, todas las construcciones con ese mismo estilo frío, plano, con sospechas de internit por todas partes. Pero dentro todo esto, lo peor son esas termoeléctricas que se vienen, y que fueron aprobadas por ese alcalde sirvengüenza y simpáticón de Carvajal, que hizo su reinado en Coronel veinte años, aprovechándose de la poca educación de la gente. Y qué tanto hizo? Qué pasó con el prevetren, el desempleo, la cultura? Me acordé de esa famosa de “casa de la cultura”. Me encantaría saber por qué mierda no funciona, prometió tanto en su momento y lo único que hacen es proyectar películas de vez en cuando. Me da tanta pena por Coronel, siento que la gente se está perdiendo de tanto, y que los que están a cargo hacen tan mínimo esfuerzo por mejorar como corresponde.
Del otro ridículo no voy a hablar nada mucho, Leonidas Romero. Quiso dárselas de alcalde, y lo único que consiguió fue ensuciar su nombre para toda la historia. Qué triste debe ser que tu nombre sea sinónimo de fracaso, ineptitud, mala clase. Yo me preguntó si sentirá cargo de conciencia por estar en ese cargo sin hacer nada, más que ir a inauguraciones de clubes deportivos y otras cosas ínfimas. Pero en fin, es un círculo vicioso, pues todos aquellos que tienen capacidades emigran de Coronel, y siempre se quedan los mismos, y que más no pueden hacer porque simplemente no les da para más. Eso pasó, a Carvajal la cabeza simplemente no lo dio para resolver los problemas de la gente, y la de su equipo tampoco porque de todos esos nombres no hacemos uno. Puros viejos repetidos que no tienen ni ideas nuevas.
Hay olor a gato podrido en Coronel, veo que se vienen tiempos difíciles, y esas hermosas fotos de las playas de arena negra me van a dar más pena cuando esté todo contaminado por las termoeléctricas. ¿Y la gente? Nada. Ahora lo único que hacen es ir embolinarse la mente en esas iglesias evangélicas improvisadas, creyendo que rezando se arreglan las cosas. Y los jóvenes para qué decir, están cada día más flaites, es cosa de ir a ese famoso liceo el potrero. Cuándo sería el día en despierte mi gente de Coronel!! Me encantaría ver una comuna informada, decidida, educada. Qué realmente se den cuenta de las cosas bellas que tienen y las defiendan como corresponde, pero cuesta. Es tanta la sensación de decadencia y desánimo que hay en la comuna, que yo recién ahora me puedo sacudir de todo eso y valorar lo bello que hay allá. Y al mismo tiempo que me indigno por la mediocridad, también añoro y deseo de todo corazón que las cosas mejoren, que mi comuna surja, porque mal que mal allá es donde vive mi familia, y allá están gran parte de mis recuerdos, en todos esos trayectos en micro, en la plaza, en el liceo, en lagunillas, maule, la vega, el cerro la virgen. Todo me suena tan nostálgico ahora, y las fotos están tan lindas.
A mis compañeros les gustó harto mi presentación, también hablé sobre el terremoto y mostré algunas fotos. Una vez un compañero canadiense después de clases me dio las gracias por una presentación que había hecho sobre Chile, porque según él no sabía nada de nada de Chile y se sorprendió con lo que yo mostré. También dos amigos franceses, me han dicho que les encantaría ir a Chile después de ver mis fotos. Yo en lo personal me siento muy reconfortado de poder transmitir a otros la belleza que yo veo en los lugares que más me gustan de mi país. Estas instancias de hacer disertaciones sobre Chile me han servido harto, al momento de pensar qué es lo que yo quiero que los demás vean de Chile, y de la relación que yo tengo mis raíces, con mis recuerdos, etc. A Coronel lo mostré tal cual, y lo describí con su cesantía, con su pobreza, su pasado minero, sus cerros llenos de pinos que son propiedad de la celulosa, con su mar, sus ferias, y sus playas solitarias y frías de arenas negras que las recuerdo tanto porque esos sí que son lugares donde uno puede ir a encontrar pureza y paz como dice mi mamá. Esas playas austeras y toscas a veces, con la crudeza del viento me recuerdan que Coronel es una zona sufrida, porque puta que ha sufrido Coronel a lo largo de toda su historia. Caminar por esas playas de arena dura, gris en invierno, con el viento helado que golpea la cara, me hace conectarme con ese background histórico que conforma todo lo que significa Coronel, y pasear por ahí es en cierta forma, compartir las mismas caminatas que hicieron muchos mineros y pescadores que dieron su vida trabajando, que sufrieron hambre, injusticias. O nuestros abuelos o nuestros padres, que pasaron por ahí alguna vez, meditando sobre alguna cosa, sufriendo por algo, tal como yo he hecho, continuando tácitamente con una tradición que me corresponde como coronelino. Qué playa más viva y más profunda, lejos de la frivolidad de un caribe con palmeras.
Y que conste, esta no va a ser la última vez que me refiera a Coronel, aun después de este extenso comentario quedan muchas cosas en el tintero, muchas críticas, muchos anhelos. Coronel en mi mente queda para rato.